viernes, 21 de marzo de 2008
















Yo tengo un Ch'ulele
... y es un basilisco
Basilisco puede referirse a:
(criatura mitológica),
legendaria criatura
mitológica
que mata con la mirada.
Basilisco chilote,
criatura mitológica de
Chile.
Emperador del
Imperio Romano
entre el
475 y el 476.
revista digital de
Filosofía.
Basiliscus, género de lagartos
que incluye cuatro
especies:
Basilisco común
Ahí están mis libros
(
Basiliscus basiliscus)
Basilisco de cabeza roja
(
Basiliscus galeritus)
Basilisco verde
(
Basiliscus plumifrons)
Basilisco marrón
(
Basiliscus vittatus)
Basiliscus, antiguo nombre
de la
estrella Regulus,
en la
constelación de Leo.
Yo soy un basilisco arcoiris
Este me lo dio mi papá
el primer día que
me quiso reprimir
... y me le quedé
viendo firmemente
... y me dijo:
"apagá tus ojos de basilisco,
me vas a petrificar".
Dan Antonio Mitrione
Tembló cuando
Me le quedé viendo firmemente.
TESTAMENTO DEL PROFETA
DEL OFICIO DE POETA.
Mi letra cuando yo muera
no será letra muerta
Encontrarme en “La Tigrera”
Con mi máquina Underwood
mi vieja compañera
En un rincón obscuro
no es coincidencia
Es quizás una trampa
En esa esquina arrinconada
¿será una treta?
¡No! No es una treta
Ahí estan mis poemas
en la Academia de Policía
Hay una hoja manchada con pintura
la doblo, me tiro en el suelo
introduzco en el rodillo
... Y comienzo a teclear
se oye en el eco
cada latido de la tecla que presiono
escribo un poema dentro de la cárcel
En la “Tigrera”
Ha llegado un especialista en tortura
miembros de los cuerpos de paz
un estratega en seguridad
un especialista en tortura
... Y su equipo de tortura psíquica
Dan Antonio Mitrione
seré su material didáctico
... Y he sido torturado por “el catrín”
Por “el mudo, por “el chacal”
por “el coche”
... Y “el puerco espín”
el calambres de los toques eléctricos
... Y “el payaso” que pinta las paredes
Con la sangre que brota
de nuestras llagas
... Y se ríe a carcajadas
Es el psicópata que brinca
Sobre los cuerpos inertes
... Y que los hace respirar
Al arrancarles la capucha con Gamexan
He vomitado toda la nausea amarga
... Y recobrado mi ritmo cardiaco
Escribo en la Underwood.
AQUEL
AQUEL QUE LE FALTA EL SOL
... Y LE SOBRA LA OSCURIDAD DE LA CÁRCEL
QUE RECIBE DE NOCHE la visita de alguien
Que él no espera, ni desea para nadie
Aquel que en el silencio sueña
Con la luz de las estrellas
Con el vagar de los astros
Con la caricia de ella, la amada
Ese enamorado de la libertad
Nunca claudicará aunque sus ojos
La luz del sol sea un recuerdo
Porque en esa cadena que lo ata
Que lo tiene prisionero, secuestrado,
Que lo priva de la libertad
Forjará la cadena humana
De mujeres y hombres que lograrán la claridad
Aún la celda donde los Mitriones
Se ensañan con los cuerpos amarrados
Donde la sangre de los cadalsos
Son parte de las leyes de los militares
Donde las sogas son parte de la justicia
Donde la tortura es método de consciencia
Donde el dolor humano es gallardía
Donde los nuevos cristos sufren sin publicidad
... Y los delitos comunes son menores que los políticos
Aquél amado mi compañero desaparecido
Mi colega de tristezas, el andador de los caminos
El solitario que no vivió su vida para él,
Quizás jamás aparezca a pesar de la solidaridad
De las firmas que amontono de ustedes
Los que hoy se enteran que en Guatemala
Se tortura
... Y se asesina selectivamente a los políticos.
Regresó el celador con su gran garrote
Golpeando los barrotes
Golpeando con sus pasos el silencio.
LA NOCHE
LA NOCHE QUEDO EN SILENCIO
Las últimas firmas de Amnistía
Se le entregaron al contacto anónimo
Se le dieron al amigo que se acordará,
Que en Guatemala se lucha contra la injusticia
Contra el secuestro y la tortura
... Y la causa popular nos sostiene
Nos llevará al triunfo sin claudicaciones,
Pero eso sí nosotros haremos la justicia
Sin venganza
... Y fusilaremos a los traidores,
Aunque surjan las listas de perdón para los asesinos
... Y que se diga que mas son los disidentes
Que los que se fugan con la “inocencia”
Con la justificación de la ignorancia
O el “sólo cumplía órdenes como militar que soy”
No les haremos caso a sus súplicas
Porque esta Revolución que se forja
Con toda la sangre de mis hermanos y mis hermanas
... Y la mía propia que vertiré en su momento
Será la sentencia mas justa del paredón
A los que no respetan la vida humana
A los que han dejado niños huérfanos
A los que han matado, a la compañera amada
A los que han asesinado al esposo militante
A los indiferentes del dolor físico
A los que usurpan la tierra de los indios
A los genocidas de mi pedazo de patria latinoamericana
A los que se esconden con las capuchas negras
A los que torturan y descuartizan los cuerpos amados
A todos los sicarios y mercenarios apátridas
NO LES PERDONAREMOS SU ASQUEROSA VIDA
MAS NO MORIRAN EN LA TORTURA.
MOIEVA

7 comentarios:

El oficio de profeta es el oficio del poeta. dijo...

El ex jefe de la extinta Policía Nacional (PN) y general del Ejército Germán Chupina Barahona, procesado en España de los delitos de genocidio, torturas y terrorismo de Estado, cometidos en Guatemala, murió a los 83 años de edad, en su domicilio de Boca del Monte, Villa Canales, como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio.

Según informaron familiares del ex funcionario, el deceso ocurrió a las 8 horas de ayer, por complicaciones cardiorrespiratorias, neumonía y deshidratación.

Chupina fue acusado de haber cometido abusos mientras fungió como director de la desaparecida PN, durante el gobierno de Romeo Lucas García (1978-1982).

Sobre el militar pesó una orden de captura internacional durante más de un año y 15 días, por los delitos de genocidio y terrorismo de Estado, tiempo que permaneció custodiado en el Hospital Militar, zona 16, donde era atendido, por su delicado estado de salud.

Esa orden de captura fue revocada el 11 de diciembre último, luego de que la Corte de Constitucionalidad (CC) dejara sin efecto, en Guatemala, la orden de captura, con fines de extradición, de los generales Chupina, Aníbal Guevara, Efraín Ríos Montt, Benedicto Lucas García y Óscar Mejía Víctores, y de los civiles Donaldo Álvarez y Pedro García Arredondo.

También, la CC dejó imposibilitado al juez español Santiago Pedraz de continuar con las pesquisas en Guatemala.

Luego de haber recuperado su libertad, el ex jefe policial vivió sus últimos días en su domicilio de Boca del Monte, adonde había llegado a finales de diciembre.

El cadáver fue trasladado, a las 11 horas, a una funeraria de la zona 9, a la que asistieron, principalmente, sus familiares, para darle el último adiós.

Se sentía responsable
“Mi papá nos confesó que se sentía responsable de lo que hizo la Policía, pero de la manera que un padre es responsable de las acciones de sus hijos, no directamente de los hechos que ocurrieron”, contó Germán Armando Chupina, hijo del militar fallecido.
Segundo fallecido sin enfrentar a tribunales
La muerte de Germán Chupina Barahona fue la segunda, después del ex presidente Romeo Lucas García, quien falleció en mayo del 2006, en Venezuela.

• En diciembre de 1999, Rigoberta Menchú presentó en la Audiencia Nacional de España una demanda penal contra siete ex altos funcionarios guatemaltecos, a quienes acusó de los delitos de genocidio, torturas y terrorismo de Estado.

• En noviembre del 2006, el Tribunal Quinto de Sentencia revocó la orden de captura girada en contra de los señalados, en el proceso que se sigue por solicitud de la Audiencia Nacional de España.

• El 11 de diciembre del 2007, la CC dejó sin efecto, en Guatemala, la orden de captura, con fines de extradición, y dejó imposibilitado al juez español Santiago Pedraz de continuar con las pesquisas en el país.

• La justicia española está tomando declaración de testigos, fuera de Guatemala.
“No le llegó la justicia”
La premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, como reacción a la muerte del ex jefe de la Policía Nacional, dijo: “La demora del proceso judicial hizo que Chupina muriera sin que le llegara la justicia”.

“Él tuvo la oportunidad muchas veces de arrepentirse públicamente de los abusos cometidos mientras era jefe de la Policía, y optó por no hacerlo, lo que dice mucho de él como persona”, expresó la Nobel.

Menchú recordó al ex jefe policial como una persona con un marcado pensamiento en contra de los pueblos indígenas.

Eduardo De León, director de la fundación Menchú, comentó: “Es lamentable que la justicia guatemalteca no haya dado la oportunidad de juzgar a alguien que estaba acusado de graves delitos de lesa humanidad”.

En diciembre de 1999, la premio Nobel presentó en la Audiencia Nacional de España una demanda penal en contra de siete ex altos funcionarios, entre ellos, Chupina, a quienes acusó de genocidas.

El oficio de profeta es el oficio del poeta. dijo...

Horas dramáticas a mitad del año 1970


Muerte del asesor de la policía Dan Mitrione


Horas de angustiosa espera siguieron al anuncio de la ejecución de Dan Mitrione, acusado por los tupamaros de ser experto en torturas. Finalmente, su cadáver fue encontrado en un auto asesinado de varios balazos. Se temía que igual suerte corrieran los dos diplomáticos todavía secuestrados.

César di Candia

La noche del viernes 7 de agosto de 1970 fue larga y dramática y la penosa vigilia la compartieron autoridades, prensa, mundo político y todos aquellos ciudadanos que permanecían tensos y expectantes viviendo una situación que a todas luces se agravaba por horas. El plazo dado por los tupamaros para la aceptación de su propuesta o en caso contrario dar cumplimiento de las ejecuciones prometidas, vencía a medianoche. Cientos de miembros del ejército, policías y vehículos patrullaban la ciudad tratando de encontrar huellas de los sediciosos. Ese mismo día había caído en poder de las Fuerzas Conjuntas un grupo importante de dirigentes del MLN, pero nadie, ni siquiera las autoridades, sabían si ese hecho detendría los sucesos anunciados o los precipitaría. Transcurrido el plazo las amenazas no se cumplieron, lo cual provocó un inmenso suspiro de alivio. Sin embargo, nuevos hechos de gravedad ocurridos el mismo viernes, hicieron pensar que ese sentimiento era una interpretación equivocada de la realidad. Hora por hora y encarados desde su comienzo, los episodios se desarrollaron de esta manera.

A la 8.30, las Fuerzas Conjuntas que al parecer tenían estrechamente vigilado un apartamento en las calles Almería y Yacó, en pleno Malvín, lo allanaron, detuvieron a dos ocupantes y montaron una ratonera la que daría sus frutos un par de horas después.

A las 10, Claude Fly, funcionario especialista en suelos contratado por el Ministerio de Ganadería y Agricultura, fue sorprendido en su despacho de la calle Garzón por tres personas vestidas como policías, las que en contados minutos redujeron y secuestraron al técnico.

Pasada la media mañana, comenzaron a llegar distintas personas que al parecer se habían citado en el apartamento de Almería para una reunión y uno por uno fueron siendo aprehendidos. Primero Jorge Candán Grajales, quien se resistió a tiros y fue herido en un pie, y luego Eduardo Bidegain Greissing, Luis Efraín Martínez Platero, Diego Picardo Estéves y Raúl Sendic, antiguo líder de los cañeros de Artigas y considerado el fundador del movimiento tupamaro. Más tarde, fueron localizadas escondidas entre el público que contemplaba los hechos, Nelly Graciela Panzera, Edith Moraes y Alicia Rey Morales. Ese golpe contra la sedición fue de tremenda importancia. Casi sin derramar sangre y en un solo operativo, había sido descabezada la cúpula principal del movimiento terrorista. Lo mismo que ocurrió tiempo después durante el copamiento en la calle Amazonas, donde fueron muertas cuatro personas y capturados Eleuterio Fernández Huidobro y David Cámpora, los tupamaros convocados en la calle Almería ignoraron o subestimaron a los servicios de información e inteligencia de las Fuerzas Conjuntas, quienes tenían localizados sus escondites, intervenidos sus teléfonos y sólo esperaban el momento propicio para darles caza.

Más tarde, pasadas las cinco, integrantes del ejército y la policía procedieron a llevar a cabo un gigantesco allanamiento en el Hospital de Clínicas, sospechando que allí podrían encontrarse los tres secuestrados. Palmo a palmo y durante siete horas fue revisado el edificio sin que fuera encontrado nada anormal.

A las tres de la mañana, todavía se seguía interrogando a los detenidos del mediodía, en el entendido de que, por tratarse de un cuadro dirigente, algunos o todos debían saber el paradero de los tres secuestrados. No pudo sacarse nada en limpio. Los capturados alegaron estar compartimentados y no tener idea de quienes habían llevado a cabo los secuestros. Sendic fue más explícito al afirmar que la detención de ellos no atenuaba, sino que agravaba la posición de los extranjeros porque su suerte dependía ahora de quienes los custodiaban. "La decisión no responde de mí" —dijo— "porque ahora no estoy ni siquiera en condiciones de decidir".

Otras dos noticias profundamente alarmantes, ambas provenientes de Brasil, donde las presiones a todo nivel se acentuaban, cerraron con un sello de bochorno y amenaza uno de los días más cargados de dramatismo de los años previos a la dictadura. La primera fue el anuncio de que tropas brasileñas de Rio Grande do Sul habían avanzado hasta la frontera de nuestro país con el declarado fin de "impedir las reacciones populares en caso de la ejecución del diplomático Días Gomide". El Tercer Ejército con asiento en Porto Alegre estaba cumpliendo en realidad con una forma de presión psicológica planteada sin duda desde un nivel mucho más alto. No otra cosa sugería el Jornal do Brasil bajo la firma de Carlos Castelo Branco: "Hoy es un día decisivo en Montevideo. Todo Brasil espera que dejemos de lado las cortesías diplomáticas y convenzamos al Uruguay a hacer lo que nosotros supimos hacer. Nuestro deber ante la comunidad internacional es salvar la vida y asegurar la libertad de un representante extranjero inocente que nada tiene que ver con las vicisitudes de la política doméstica.(...) La inseguridad uruguaya es mal síntoma que (...) podrá constituirse en fuente de inseguridad no sólo en su territorio sino en todo el continente que estará afectado por la actividad de los terroristas". Y todavía sucedería algo más. Un telegrama fechado en Río de Janeiro anunciaba cerca de la medianoche, que una persona había llamado al diario Última Hora para anunciar que el Escuadrón de la Muerte al que él pertenecía, había tomado una decisión: "si dentro de las 48 horas el cónsul brasileño secuestrado en Uruguay no es liberado, sano y salvo por sus secuestradores, todos los uruguayos que tengan cuentas pendientes con la justicia brasileña, serán ejecutados. Publiquen esto, si tienen coraje".

El 8 de agosto, el MLN envió su comunicado número 9 a varios medios de prensa y en él se confirmaba la terrible noticia que la gente aguardaba con angustia desde la madrugada del viernes al sábado: "hoy a las 12, será ejecutado Dan Anthony Mitrione". Ni una palabra de Aloysio Días Gomide ni de Claude Fly. El mismo día Fly hizo llegar una carta a los medios, dirigida a su esposa y publicada al día siguiente, en la que aclaraba su estado: "Por favor, no te preocupes. Estoy bien, reza por mi persona. Toy, vete a la casa. Me dan de comer. Ayúdame por favor. Mi amor de siempre, Claude. Ellos tienen mis lentes. No puedo leer con mi viejo par. Ellos no me lo dan". Todo parecía indicar que las horas de Mitrione estaban contadas. Las de Días Gomide, por quien se había pedido un rescate y las de Fly, cuyo secuestro no se entendía, no corrían peligro. Los hechos posteriores confirmaron cada una de estas presunciones.

El lunes 10 el diario El País traía en su primera plana tres títulos sumamente inquietantes, pero que no hacían más que mostrar descarnadamente la realidad nacional. "Venció el plazo y aumenta la angustia". "Batidas en Montevideo: más de cien presos". Y la más importante, en tamaño catástrofe: "Piden suspensión de la seguridad individual".

En efecto, luego de varias reuniones mantenidas por el presidente Pacheco con sus ministros, con jerarcas de la policía, con el embajador de Estados Unidos Charles Adair y con algunos allegados de estricta confianza, como el presidente del Directorio Interventor de UTE Ulysses Pereyra Reverbel y el líder de la Liga Federal de Acción Ruralista Juan José Gari, el Poder Ejecutivo había enviado un mensaje a la Asamblea General por el cual, fundamentándose en el artículo 31 de la Constitución, pedía la suspensión de las garantías individuales. El mensaje llenó de dudas a los legisladores, porque era la primera vez que se intentaba aplicar en toda la historia uruguaya. Incluso no quedaba claro el plazo que se le fijaría a la medida.

Algunos otros hechos acaecidos ese mismo día, pautaron cada uno en su medida, la gravedad del momento. A partir de la mitad de la mañana, comenzaron a irse en dos aviones contratados, las familias de los diplomáticos brasileños que cumplían funciones en el país, incluidos los hijos de Días Gomide. En total, se marcharon 59 personas. Paralelamente, un ex legislador nacionalista, Héctor Payssé Reyes y el senador Zelmar Michelini, que pronto participaría en la fundación del Frente Amplio, se ofrecieron como rehenes en sustitución de las personas secuestradas.

Finalmente la espera angustiosa dio paso al horror: a las cuatro y media de la madrugada de ese mismo día, sin tiempo para que los diarios matutinos hubieran podido anunciarlo, apareció el cadáver de Dan Mitrione. A esa hora, en el cruce de Lucas Moreno y Lasala, un patrullero que efectuaba rastrillajes, encontró estacionado en una zona oscura, un auto Buick convertible modelo 48, denunciado como robado. En el asiento trasero, con los ojos vendados, amordazado y con varios balazos, se encontraba el cuerpo del asesor de la policía. La sangre en la calle y la ausencia de casquillos, indicaba que había sido asesinado en otro lugar y traspasado al Buick desde un segundo vehículo.

Apenas enterado de lo ocurrido, a primera hora de la mañana, el presidente Pacheco Areco decretó Duelo Nacional y convocó al Consejo de Ministros. Al mediodía fue citada en forma urgente la Asamblea General la que luego de varias horas de deliberación declaró suspendidas las seguridades individuales por 79 votos en 100 presentes. Los 30 legisladores faltantes, se desentendieron del problema. Durante la sesión un grupo de estudiantes provenientes al parecer de la Facultad de Medicina, apedreó el Palacio como forma de protesta, provocando daños en varios autos. Cuando aún no se había puesto a votación el mensaje del Ejecutivo, trascendió en los corrillos parlamentarios que había sido aprehendido al salir de la parroquia de San Ignacio en la calle Rossell y Ríos, el ex edil socialista Andrés Cultelli. Las circunstancias no habituales de la detención, favorecieron el rumor de que había ido a confesarse por haber participado en el crimen. También se dijo que se le había concedido el derecho a ultimar a Mitrione, porque su hijo, el estudiante Emilio Alfredo Cultelli, había sido muerto por la policía en ocasión de la toma de Pando, el 8 de octubre del año anterior. En el mismo operativo, fueron detenidos el sacerdote jesuita Justo Asiaín Márquez y el pastor protestante Emilio Castro y en razias similares, otros integrantes del MLN de significación, como Samuel Blixen y Alicia Topolanski.

Como era esperado, a pocas horas de aparecer el cadáver de Dan Mitrione el Poder Ejecutivo uruguayo aprobó una extensa declaración pública firmada por el Consejo de Ministros en pleno, que en uno de sus párrafos principales decía: "El Gobierno de la República Oriental del Uruguay frente al crimen infame que ha costado la vida a un ciudadano de un país tradicionalmente amigo (...) siente como propio y también del Uruguay, el inmenso dolor de los familiares y del pueblo de la víctima ajena totalmente a los problemas internos del país, y se inclina reverente y angustiado ante los restos mortales de ese héroe silencioso que actuando con la mayor dignidad en cometidos en pro de la pacífica convivencia entre hombres y naciones representó con honradez intachable al hermano país en el seno de nuestra patria". Firmaban Jorge Pacheco Areco, presidente; Antonio Francese, ministro del Interior; Jorge Peirano Facio, ministro de Relaciones Exteriores; Armando Malet, ministro de Economía y Finanzas; César R. Borba, ministro de Defensa Nacional; Walter Pintos Risso, ministro de Obras Públicas; Walter Ravenna, ministro de Salud Pública; Juan M. Bordaberry, ministro de Ganadería y Agricultura; Julio M. Sanguinetti, ministro de Industria y Comercio; Carlos M. Fleitas, ministro de Educación y Cultura; Jorge Sapelli, ministro de Trabajo y Seguridad Social y Agustín Caputti, ministro de Transporte Comunicaciones y Turismo.

Pese a la firmeza de ese comunicado, las expresiones vertidas en el Parlamento en ocasión de la declaración de Duelo Nacional no tuvieron un contenido tan unánime, consecuencia sin duda de los radicalismos de la hora. Para el quincista Eduardo Paz Aguirre "el hecho avergüenza pero debe servir para retemplar la voluntad y unidos enfrentar los embates solapados contra las instituciones por parte de un grupo de paranoicos". Para Carlos Cigliuti, colorado oficialista "la sociedad uruguaya ha sido ultrajada. La muerte de Mitrione no tiene parangón en nuestra época". El opositor Wilson Ferreira Aldunate expresó: "es un frío acto de barbarie, en el cual el Uruguay no tiene nada que ver. El país repudia este acto incalificable. No habrá violencia ni de abajo ni de arriba que pueda apartarnos de nuestros deberes para con el país". En tanto Zelmar Michelini esbozó otros matices: "sabíamos desde mucho tiempo atrás que la violencia se iba a desatar. Ciego era el que no lo veía. Alertamos en vano a los que desde el gobierno la estimulaban. Cuando se tomó la decisión de no negociar, se sabía que esto iba a pasar. Hay muchos responsables de estos hechos. Doy mi voto aunque considero un exceso declarar duelo nacional". En la Cámara de Diputados, donde estuvieron ausentes los representantes del Partido Comunista, los juicios y las disidencias fueron similares. Héctor Gutiérrez Ruiz, heberista, dijo que "la privación de una vida es un acto repugnante y no hay ningún valor que pueda invocarse para justificar ese acto". Nadie podía imaginar en ese momento, que juicios idénticos habrían de ser vertidos seis años después ante su inicuo asesinato en Buenos Aires. Enrique Beltrán, lista 400, afirmó que "todos tenemos el derecho, no solo al llanto, sino al deber de la protesta airada". Y Hugo Batalla, lista 99, dijo que "este duelo es por un hombre asesinado y por el país que conoce hoy hechos que nunca vivió".

Las repercusiones mundiales también fueron de repulsa. El secretario de Prensa de la Casa Blanca, Ronald Ziegler, en una larga declaración dijo que el pueblo norteamericano "se une al Presidente Nixon para condenar este crimen a sangre fría contra un ser humano indefenso. La dedicación de Mitrione a la causa del progreso pacífico en un mundo ordenado, permanece como ejemplo para los hombres libres". En términos parecidos se expresaron la Santa Sede y el secretario General de las Naciones Unidas, U Thant. En cambio, en Francia parecían conocer los pormenores de la política uruguaya mejor que muchos políticos uruguayos. El influyente matutino parisién Le Figaro bajo el título El fin de una leyenda escribió. "Sin duda el funcionario norteamericano Dan Mitrione, no era más que lo que llaman vulgarmente un gorila pagado por el FBI o la CIA. Pero no es menos cierto que ejecutándolo, los sediciosos se pasaron al otro campo y de oprimidos se convirtieron en opresores". Y el France Soir estuvo de acuerdo "Cometieron lo irreparable, su reputación de hidalgos quedó desde ahora manchada".

Alejada de las intolerancias y las actitudes extremas, la opinión pública de algunos países había dado en el clavo. Por encima de las actividades reales de Mitrione, que aún no eran totalmente conocidas, lo que podía interpretarse de su ejecución era que el MLN había cerrado un capítulo y abierto otro en el cual había perdido totalmente la simpatía de la población. La organización acababa de pasar de revolucionaria a simplemente terrorista. Las acciones románticas y populistas, habían quedado atrás. Entrevistado en 2002 por el periodista Alfonso Lessa en el libro "La revolución imposible, el actual ministro del Interior José Díaz, a quien el propio Sendic llevó al Partido Socialista, coincide con las reflexiones antedichas. "Cuando hacían una acción de propaganda, de denuncia como lo del robo de la Financiera Monty, en general caía bien en la masa del país y en la izquierda. Cuando tomaron otros caminos, como el propio asesinato a sangre fría de Dan Mitrione, más allá del personaje, vimos que eso era absolutamente negativo, no solo para ellos sino para el país y ni qué hablar para la izquierda. Era una estrategia que tenía un vicio original: ellos dividían el frente revolucionario".

A casi un cuarto de siglo, muchos integrantes del MLN-Tupamaros reconocen, aun con el riesgo de estar leyendo el diario del lunes para adivinar los resultados del domingo, que el asesinato de Dan Mitrione fue un error. Le seguirían otros, igualmente equivocados y graves, que involucrarían a ambas partes en pugna.

Próxima semana, cuarta nota.

El oficio de profeta es el oficio del poeta. dijo...

¿Quién era en realidad Dan Mitrione?


Considerado en un primer momento como un mártir del terrorismo desatado por los tupamaros, investigaciones posteriores inclinaron las opiniones hacia el lado opuesto: Mitrione era un experto en torturas al servicio de la CIA. Aunque tampoco eso justificaba su asesinato, la óptica era otra.

César di Candia

El cuerpo del asesor de la Policía Dan Mitrione no tuvo velatorio en territorio nacional. Trasladado unas horas a la empresa Martinelli, fue embarcado a las 17.35 en un Boeing 707 de la Fuerza Aérea estadounidense rumbo a Richmond. Lo acompañaron su esposa y sus nueve hijos. El féretro, envuelto en la bandera nacional y en la de Estados Unidos, fue llevado a pulso por Infantes de Marina al son de una marcha fúnebre. Previamente hubo una ceremonia de homenaje en la cual participaron algunos ministros, jefes militares, personal del cuerpo diplomático y el nuncio apostólico. Hicieron uso de la palabra el embajador norteamericano Charles Adair y en nombre de nuestro gobierno el ministro de Relaciones Exteriores Jorge Peirano Facio. Este último, en un pasaje de su alocución, expresó: "Mitrione era funcionario de un país amigo; pero no llegó a estas playas a cumplir con un deber diplomático, sino para consagrar su empeño y su inteligencia al mejoramiento de la organización de nuestra sociedad. Eso obliga a un modo especial de nuestro sentimiento y explica que su féretro esté abrigado no sólo por la bandera de su patria, sino también por la bandera de nuestro país por el que tanto hizo y en el cual –por esas vueltas inexplicables del destino– encontró una muerte que será eterna humillación para nuestra civilización cristiana y occidental".

Según los diarios, una radioemisora había interpretado cabalmente el dolor y la vergüenza de los uruguayos, al cerrar su transmisión desde el aeropuerto con esta frase: "¡Dan Mitrione, perdónanos!". Otra información, recogida por los medios al caer la noche, daba cuenta de que el embajador uruguayo en Estados Unidos Héctor Luisi había informado al gobierno de aquel país que las autoridades de nuestro país darían el nombre del funcionario asesinado a una calle y además levantarían un monumento a su memoria con una placa de bronce donde estaría escrita esta frase: "A Dan Mitrione, eterno recuerdo. Dio su vida al servicio de la democracia de su país y más allá de sus fronteras". La calle hoy no existe y el monumento jamás se construyó.

Casi a la misma hora, los tupamaros procedían a la divulgación de su comunicado número 10, en el cual hacían saber que los otros cautivos se hallaban bien y adjuntaban como prueba dos cortas misivas de éstos. La de Días Gomide, que era mucho más comercial que familiar, decía: "Querida Aparecida. Me olvidé decirte que debes telefonear para el Banco y conversar con el gerente, instruyéndole sobre el pago de los dos seguros (montepío) y los beneficios correspondientes al presente mes de agosto. Habla también con Dutra y con Méndes sobre los pagos que deberán ser efectuados este mes. Estoy bien. Reza. Recuerdos y saludos. Aloysio". El dedicar apenas tres palabras a su situación personal y dos al afecto hacia sus seres queridos, parecía querer significar que algo, seguramente una negociación, lo tenía a salvo de toda violencia. La otra explicación es que los términos oficinescos pudieran estar escondiendo algún mensaje solamente entendible entre ambos.

La carta del ingeniero agrónomo Claude Fly, era de un tenor bien diferente. "Querida Miriam: me he bañado y recibido ropa interior limpia. Ellos han tenido un doctor que examinó mi garganta y mi pecho y recetó medicinas. La comida es buena... carne, frutas, papas y otras cosas. Nosotros solo podemos desear y orar para que las cosas se solucionen... entonces, esperar. Yo deseo mucho regresar al trabajo y quedar libre si esto puede ser arreglado. Tengo material de lectura en inglés y estoy usando lentes aquí. Ellos están tratando de conseguir mis anteojos. Cuando esto ocurra, veré mejor. Escribe a los chicos y diles que los quiero y que no estén preocupados. No sé nada, pero siento mucha preocupación acerca de mí mismo. Ellos se conducen bien conmigo porque dicen que estoy siendo un buen muchacho. Que Dios te bendiga y te guarde. Cariños Claude".

El asesinato de Mitrione no hizo más que aumentar la alarma brasileña pensando que un destino igual correría su cónsul Días Gomide. Un cable de AFP fechado en Río de Janeiro informó ese día que ocho aviones militares de transporte habían conducido hasta Santa Ana do Livramento a un contingente de paracaidistas y allí habían quedado en estado de alerta. La misión que se les había encomendado –se explicaba– era impedir que los sediciosos uruguayos pudieran trasponer la frontera huyendo hacia Brasil. Las verdaderas intenciones nunca fueron divulgadas oficialmente. Las radios captadas en los departamentos fronterizos confirmaban lo anunciado días antes: el Tercer Ejército de aquel país marchaba rápidamente sobre la zona limítrofe y salvo tal vez la Cancillería uruguaya, no se sabía lo que se estaba tramando. Los titulares de los diarios orientales "Calma total reina en la frontera", daban a entender que en ese lugar reinaba cualquier cosa menos la calma.

El paréntesis de estupor provocado por la ejecución del asesor policial estadounidense, dio paso a un acrecentamiento de las acciones represivas. Con diferencia de pocos días, fuerzas del ejército y la policía allanaron lugares tan disímiles como la sede del club Nacional, el Hospital Pasteur, la iglesia Tierra Santa, la Facultad de Agronomía, el Cementerio Central, la iglesia San Agustín, el teatro Solís, las oficinas de United Press y la catedral de Montevideo. Paralelamente seguían deteniendo guerrilleros del MLN, del OPR 33 y del Movimiento FARO. Pese a sus continuos reveses, los tupamaros, quienes conservaban todavía el as en la manga de los dos secuestrados, no abandonaron sus acciones delictivas. Siguieron asaltando sucursales bancarias con tanta frecuencia que el gobierno dio orden de clausurarlas todas transitoriamente. En uno de esos operativos resultó muerto un funcionario policial lo que aumentó a 12 la cantidad de agentes fallecidos en la lucha contra la guerrilla urbana. Además, coparon por diez minutos radio Sarandí mientras transmitía un partido Carlos Solé y pusieron una bomba en el local de emisión de Radio Montecarlo. Tampoco los estudiantes se quedaban quietos. A las continuas refriegas con la policía se sumó una enorme pintada en las paredes exteriores de la Universidad de la República que, aludiendo a los duelos por Mitrione preguntaba: "¿Quién llora a los muertos de Vietnam?".

Mientras, el asesor era enterrado en Richmond entre discursos elogiosos y se anunciaba que la tensión con Brasil y Estados Unidos disminuía notoriamente, señal que obedecía a lo que ya era un secreto a voces: la decisión de negociar por la libertad del cónsul Días Gomide y del ingeniero Claude Fly. El sábado 15 de agosto el diario El País dedicó toda su portada a informar sobre un entendimiento entre el MLN y las autoridades, cuyo final sería la liberación de los secuestrados. Según ese medio, Raúl Sendic y otros altos dirigentes habían quedado muy molestos con la opción de matar a Mitrione y ahora estaban profundamente decididos a que los otros dos secuestrados no corrieran el mismo fin. No solamente lo consideraban un acto cruel e innecesario sino que lo valoraban como muy negativo para la popularidad del movimiento. Por mediación del ministro Carlos Fleitas, se facilitó una reunión a solas de Sendic con tres sediciosos presos de jerarquía dentro del movimiento: Jorge Maneras, Julio Marenales y Eleuterio Fernández Huidobro. En esa reunión se adoptó una resolución y se solicitó permiso para transmitirla a los compañeros del penal. Cuando todo parecía ya resuelto (aunque nunca trascendió cuáles eran los términos económicos del canje) disidencias internas dentro de Punta Carretas impidieron el acuerdo. Sin embargo, en los meses siguientes no se mencionó más la posiblidad de alguna nueva ejecución y todos siguieron aguardando la culminación de unas negociaciones que todavía demoraron varios meses.

Al cumplirse un mes del asesinato de Dan Anthony Mitrione, el cantante Frank Sinatra y el comediante Jerry Lewis ofrecieron un recital en Richmond con el fin de recaudar fondos para que los nueve hijos de la víctima pudieran seguir estudiando. Se recaudaron cien mil dólares los que probablemente hayan alcanzado para las matrículas de sólo un año de los tres mayores.

Al centrar la atención de este trabajo únicamente en los secuestros de 1970, en especial los de Mitrione, culminado con su ejecución y Días Gomide, liberado luego de la entrega de una cuantiosa suma de dinero, se omite deliberadamente toda mención a los años inmediatos, que se enmarcaron en un terrible juego de violencias, nuevos secuestros, represiones, desapariciones, asesinatos cometidos por tupamaros y parapoliciales, fugas masivas y creciente preponderancia de los grupos militares que culminaron con el desacato de febrero del 73 y la dictadura de junio del mismo año. El 21 de febrero de 1971, culminando una serie de contactos, petitorios personales, incansables gestiones de su esposa, rogativas y negociaciones que se prolongaron durante siete meses, fue dejado en libertad el cónsul brasileño Aloysio Días Gomide. Los detalles de este operativo serán motivo de la próxima nota de esta serie. Diez días después, el ingeniero Claude Fly, quien había sufrido un infarto durante su cautiverio, lo que había provocado el secuestro y liberación inmediata del cardiólogo Jorge Dighiero Urioste, fue dejado en la puerta del sanatorio Británico en una camilla, con todo su historial médico.

Es del caso ahora estudiar la verdadera personalidad de Dan Anthony Mitrione, luego de su muerte, en un repudiable acto de justicia personal de miembros del MLN. Cubierto de ditirambos por altos miembros del gobierno y de autoridades de los Estados Unidos y el resto del mundo, homenajeado con un duelo nacional al cual se adhirió casi toda la oposición (el diario El País exhibió la foto de Wilson Ferreira firmando el álbum en la embajada estadounidense) elogiado por sus virtudes morales, su alto sentido de la dignidad y la falta de intencionalidad e inocencia de su trabajo. Hubo expresiones y acciones dictadas por la emoción y la indignación del momento, que a los 35 años merecen seguramente una revisión. Mitrione fue ejecutado en una forma cruel e inútil y nadie puede defender ese crimen. De hecho, lo rechazó la propia dirigencia tupamara. Pero no fue el único muerto con inusual salvajismo durante ese período de insanía. También fueron asesinados el peón Pascasio Báez, por descubrir una tatucera, y los soldados que custodiaban la casa del comandante en jefe del Ejército y una larga lista de policías y un jefe de la cárcel y muchos civiles inocentes. Y poco importó la vida de los estudiantes ultimados por el escuadrón de la muerte, ni los ocho comunistas fusilados en la calle frente la sede de la seccional 20, ni los asesinados como represalia por la muerte del coronel Trabal, ni los que, como Julio Castro, fallecieron por no soportar las torturas ni los homicidios de uruguayos por encargo, como los del senador Zelmar Michelini y el diputado Héctor Gutiérrez Ruiz.

Dan Anthony Mitrione era un experto en torturas, que había llegado al Uruguay enviado por la CIA en un programa clandestino y secreto que comprendía toda América Latina, cuyo fin era coadyuvar a destruir a las izquierdas soliviantadas desde el acceso al poder de Fidel Castro. Tiempo después, un ministro de aquellos días le confió a quien escribe estas notas, que la misión de Mitrione era efectivamente esa, pero que el gobierno la ignoraba por completo y el silencio al respecto mantenido en los años posteriores parece confirmarlo. La ignorancia de los gobiernos en casos como el de referencia no es admisible, y tampoco un eximente de culpa. Pero probablemente esa fue la causa por la cual el Poder Ejecutivo de la época, integrado por políticos tan avezados como Julio María Sanguinetti, Carlos Fleitas, Juan María Bordaberry, Armando Malet, Jorge Peirano Facio y el propio presidente Pacheco no vaciló en calificar al asesor policial de "héroe silencioso de honradez intachable que trabajaba por la convivencia pacífica de nuestro pueblo".

Durante el primer gobierno legal que siguió a la dictadura, fue publicado en nuestro país un libro llamado "Pasaporte 11333. Uruguay, ocho años con la CIA" cuyo autor era Manuel Hevia Cosculluela. Este hombre, cubano de origen y fidelista acérrimo, se había infiltrado en la CIA (por indicación de la policía secreta de su país o por propia voluntad, no está claro) y había ejercido funciones en el Uruguay. Alguien que espía para Cuba dentro de la CIA y para la CIA dentro de Uruguay no puede inspirar confianza y mucho menos respeto. Sin embargo, todos los datos y las referencias a personas, hechos y direcciones que aporta el libro son tan exactos que cuesta no creerle. En sus andanzas como espía llegó a Dan Mitrione, que había sustituido a otro asesor policial de apellido Saenz. "El nuevo asesor" –escribió– "se reservaba como tarea principal el adiestramiento de ciertos oficiales y policías en la técnica de interrogatorios a detenidos políticos. Por Cantrell" (nota: otro miembro de la CIA) "sabía que esa había sido su principal actividad en Brasil. (...) Habíamos obtenido una casa en Malvín, la cual reunía los requisitos mínimos: sótano adaptable a modo de pequeño anfiteatro, provisto de aislantes a prueba de sonidos, garaje con puerta interior a la residencia y vecinos distantes. A partir de ese momento, Mitrione comenzó a transformarse hasta convertirse en un perfeccionista que lo verificaría todo personalmente. (...) El curso especial se realizó por grupos de no más de una docena de alumnos. El primero se constituyó con antiguos agentes de reconocido crédito, adscritos a la Dirección de Información e Inteligencia. Para el segundo se seleccionaron oficiales graduados de la Academia de Policía de Washington y asimismo se reservaron cuatro plazas para las jefaturas de Cerro Largo, Maldonado, Rivera y Salto. (...) Las clases comenzaron insinuantes: anatomía y descripción del funcionamiento del sistema nervioso humano, psicología del prófugo y psicología del detenido, profilaxis social –nunca llegué a saber en qué consistía y la considero un elegante eufemismo para evitar otra denominación más severa– etc. Pronto las cosas tomaron un giro desagradable. Como sujetos de las primeras pruebas se dispuso de tres pordioseros conocidos en el Uruguay como bichicomes, habitantes de los suburbios de Montevideo así como de una mujer, aparentemente de la zona fronteriza con Brasil. No hubo interrogatorio, sino una demostración de los efectos de diversos voltajes en las partes del cuerpo humano, así como el empleo de un vomitivo –no sé por qué ni para qué– y otra substancia química. Los cuatro murieron. (...) Lo que ocurría en cada clase era de por sí repulsivo. Lo que le daba un aire de irrealidad, de particular horror era la fría y pausada eficiencia de Mitrione; su vocación docente, su atención a los detalles, lo exacto de sus movimientos, el aseo e higiene que exigía a todos, tal si estuvieran en una sala de cirugía de un moderno hospital. (...) Mitrione consideraba el interrogatorio un arte complejo. Primero debía ejecutarse el período de ablandamiento, con los golpes y vejámenes usuales. Nada de preguntas, sólo golpes e insultos. Después golpes en silencio exclusivamente. Sólo después de esto el interrogatorio. Aquí no debía producirse otro dolor que el causado por el instrumento que se utilizara. (...) Durante la sesión debía evitarse que el sujeto perdiera toda esperanza de vida, pues ello podría llevarlo al empecinamiento. Luego me expresaba como al recibirse un sujeto, lo primero que se hacía era determinar su estado físico, su grado de resistencia mediante un exhaustivo examen médico, porque una muerte prematura significaba el fracaso del técnico. "Siempre hay que dejarles una esperanza, una remota luz" –decía– (...) "Esta es una guerra a muerte. Esa gente es mi enemiga. Este es un trabajo duro, alguien tiene que hacerlo, es necesario. Ya que me tocó a mí, voy a hacerlo a la perfección. Si fuera boxeador, trataría de ser campeón del mundo, pero no lo soy. No obstante en esta profesión, mi profesión, soy el mejor".


Quinta entrega

El oficio de profeta es el oficio del poeta. dijo...

En realidad Dan Mitrione empezó su carrera como policía en Richmond en 1945. En 1955 era jefe de policía y en 1957 se unió al FBI. En 1960 fue enviado a Brasil en teoría por la State Department´s International Cooperation Administration, predecesora de la AID, pero en realidad era un asesor del FBI para la policía brasileña. Durante 7 años, Mitrione enseñó a policías y militares técnicas avanzadas para la lucha contra la insurgencia y métodos de tortura, entre los que destacaban los electroshocks. Además, partició en la formación del llamado "escuadrón de la muerte" que se dedicaba a acabar con la vida de "indeseables" (opositores al régimen militar) sin juicio previo.
En 1967 volvió a los EEUU y siguió enseñando las mismas "asignaturas" a policías y militares de toda Latinoamérica en la Academia de Salud Pública que el AID tenía en Washington. En Julio de 1969 fue enviado a Uruguay, donde la lucha contra la guerrilla urbana de los tupamaros había empezado a preocupar al gobierno norteamericano. En Montevideo, Mitrione se dedicó, además de sus habituales enseñanzas, a crear una red de infiltrados en las universidades y en otros lugares de captación de los tupamaros, así como a mejorar las técnicas de comunicación y control de la población de la policía uruguaya. Todo ello completado con remesas de las más modernas armas enviadas por el gobierno de los EEUU. Pero, sin duda, en lo que Mitrione destacaba era en la enseñanza de métodos de tortura, en la que se consideraba "el mejor de la profesión". Si bien la tortura ya era usada en ocasiones por la policía, Mitrione generalizó su uso lo que, en unión a las acciones del recién formado "escuadrón de la muerte", hicieron que las operaciones de los tupamaros fueran más frecuentes y más violentas. Cuenta Manuel Hevia, un cubano infiltrado en la CIA que trabajó con Mitrione en Uruguay, que el asesor americano se fabricó un "aula" insonorizada en su casa donde enseñaba técnicas de tortura a grupos reducidos de policías. Según el cubano, Mitrione usaba como conejillos de indias a indigentes secuestrados en la calle a los que luego se asesinaba. En aquellas clases se enseñaba el grado de violencia y los métodos a usar en cada momento, como hacer escuchar al prisionero grabaciones de niños llorando para hacerle creer que su familia estaba también en manos de los torturadores, hacerle mantener siempre una cierta esperanza de sobrevivir para que no se negase a hablar, y mil y una técnicas de tortura física o psicológica más. En realidad consideraba su trabajo una ciencia, casi un arte.
En agosto de 1970 fue secuestrado por los tupamaros junto a un diplomático brasileño y un ingeniero británico. Pedían la liberación de varios presos de su organización a cambio de la vida de los secuestrados. Unos días después, los tupamaros difundieron un comunicado en el que describían el tipo de actividades que Mitrione había realizado en el pais. Aquello causó una crisis en el gobierno Uruguayo, que desconocía totalmente lo que se escondía detrás de la generosa ayuda americana. El 8 de agosto, después de la detención de la cúpula de los tupamaros por la policía se recibió un mensaje avisando de que al día siguiente ejecutarían a Mitrione. El día 10 el americano fue encontrado muerto en el interior de un coche. Los otros dos secuestrados serían liberados tiempo después. El asesinato de Mitrione aceleró el deterioro de la situación política en Uruguay, lo que llevaría al golpe de estado militar de 1973. Por otro lado los americanos intensificaron su "ayuda" a los paises latinoamericanos favoreciendo el establecimiento de regímenes fascistas en varias naciones de la zona, así como el terrorismo de estado que estas llevaron a cabo durante años.

El oficio de profeta es el oficio del poeta. dijo...

Brecha de Uruguay - 30 de marzo de 2007


Uruguay
Estados Unidos
y los orígenes del terrorismo de Estado

A mediados de agosto de 1970, un policía de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, Miguel Ángel Benítez Segovia, que también era militante del mln-Tupamaros, viajó a Estados Unidos becado por la aid para recibir un curso secreto impartido por la CIA. Había sido seleccionado y promovido por Dan Mitrione semanas antes de su muerte. En una base militar ubicada en Texas fue adiestrado junto a otros 29 policías del Tercer Mundo en el manejo de explosivos, la fabricación de bombas y su utilización en atentados terroristas. Al regresar a Uruguay debía aplicar los nuevos conocimientos en la lucha contrainsurgente.
Clara Aldrighi


Por ocho semanas, entre el 21 de agosto y el 17 de octubre, Benítez asistió al Terrorist Activities Investigation Course (tic). La parte teórica de la instrucción se realizaba en la Academia Internacional de Policía (IPA) de Washington y la práctica de campo en Texas. Recuerda el inspector Alejandro Otero: “Conocí a Benítez Segovia. Tenía un seudónimo muy particular, le decíamos la ‘Mecha Benítez’. Lo llevé a mi Departamento de Inteligencia, ingresó como agente. Era un chico muy introvertido. Tenía toda una serie de recaudos de instrucción muy interesantes. Después fue a hacer su curso de cadete y terminó como oficial. Hizo un curso en la policía argentina. Cuando regresó ingresó al departamento, pero a partir de allí no lo vi más. Fue un asistente permanente del comisario (Juan María) Lucas. Creo que Benítez fue la causa del atentado que le hizo el mln. Entregó a Lucas, que lo quería”. En 1970 Benítez era subcomisario de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII). Oriundo de Durazno, había ingresado a la Policía en 1962, a los 18 años.

Como policía de Inteligencia, se ocupaba de la vigilancia de la cnt, de sus actividades y dirigentes. Describió sintéticamente su trabajo en el formulario de inscripción al curso de Estados Unidos, conservado en los archivos del Departamento de Estado: “La sección sindical (de la DNII) monitorea las actividades de los sindicatos a través del mantenimiento de registros de huelgas, violaciones sindicales, etcétera, manteniendo actualizadas las listas de militantes sindicales, especialmente de aquellos que se saben conectados al Partido Comunista. Actualmente participo en el entrenamiento del nuevo personal asignado, realizo interrogatorios a sospechosos, manejo informantes, investigo materias relativas a las actividades comunistas y terroristas y participo en especiales actividades antiterroristas internacionales”. La embajada de Estados Unidos informaba en 1972 a Washington que Benítez era asistente del comisario Lucas y guardián nocturno de la vivienda de los marines en Montevideo.

En 1971 la dirección del mln le pidió que redactara anónimamente un informe sobre las actividades de Mitrione en Uruguay y el curso recibido en Estados Unidos, para ser entregado al director de cine Constantin Costa-Gavras, que se aprestaba a rodar un filme sobre el caso Mitrione. El documento sirvió de base, junto a otros materiales y testimonios, para el guión de la película Estado de sitio, estrenada en 1973. Dos años más tarde, el “Informe Benítez” se volvió particularmente comprometedor para la aid. Contribuyó a la apertura de una investigación del Congreso cuyos resultados determinaron la clausura definitiva del Programa de Seguridad Pública (PSP) de la aid, al que había pertenecido Mitrione.

Benítez no pudo enterarse de la conmoción suscitada por su informe ni de las escenas que lo representaban en Estado de sitio. Se hallaba preso en el penal de Libertad. Su militancia en el mln quedó al descubierto en abril de 1972. El dirigente que le había solicitado el informe conservó una copia, encontrada por la Policía al allanar una casa del mln. Benítez relató posteriormente a Vladimiro Delgado, otro tupamaro de Durazno con quien compartió la prisión, que un jerarca policial dedujo fácilmente su identidad: “Sólo dos personas pueden haber redactado esto. Vos o yo. Yo no fui. Te conviene confesar”. Durante el período en que lo torturaban fue llevado en automóvil por varios policías de civil a una calle apartada. “Bajate, estás libre”, le dijeron. Querían matarlo pretextando una fuga. Benítez se sujetó de la portezuela y gritó pidiendo auxilio. La aparición de algunos vecinos fue providencial.

En su libro Hidden Terrors (Nueva York, 1978) el periodista del New York Timés A J Langguth, basándose en las entrevistas a policías y militares que realizó en 1976 en Montevideo, confirma que la DNII halló, efectivamente, una copia del informe en un local del mln. Sabiendo que esta pista tarde o temprano lo incriminaría, Benítez resolvió salvar su vida presentándose voluntariamente ante un juez. Preso en Jefatura, sus compañeros de Información e Inteligencia lo golpearon hasta dejarlo agonizante.

“He oído que Benítez fue identificado por Víctor Castiglioni por un documento que había escrito”, observa por su parte Otero. “También he oído lo que significó Benítez como punto de apoyo del inspector Castiglioni. Con Castiglioni siempre tuvimos discrepancias totales y absolutas.”

En la Policía comenzaron a recordar y atar cabos: pese a sus insultos y amenazas contra el mln, Benítez nunca había herido a un tupamaro. “En un reciente operativo –escribe Langguth– tampoco había podido disparar, porque su arma, según dijo, se había atascado.” El 31 de mayo de 1970 Benítez había participado en un “rastrillo” en la zona de Manga en el que actuaron policías de Inteligencia y de la Guardia Metropolitana. El procedimiento culminó con la captura de José López Mercao, un estudiante universitario de 20 años, y de Juan Bentín, cañero de utaa de 32 años. María Esther Gilio describió en Marcha la brutalidad desplegada por la Policía. López Mercao fue herido de cuatro balazos cuando intentaba escapar. El quinto le fue disparado en la cara cuando estaba inmovilizado. A Juan Bentín, tendido en el suelo con cuatro heridas de bala, le provocaron múltiples fracturas golpeándolo con la culata de los fusiles, hasta que un policía de la Metropolitana le hundió la cantonera del fusil en un ojo dejándolo ciego. Comandaba el procedimiento el comisario Lucas. Recuerda López Mercao: “Benítez era subcomisario y estaba presente en el tiroteo de Manga. Se tiroteó conmigo. Después del tiro que me dio Carlos dos Santos, se acercó y dijo ‘Este hombre ya está muerto’. Me salvó la vida. Cuando nos encontramos en Libertad me recordó el episodio: ‘¿Te acordás que alguien se acercó y dijo: Este hombre ya está muerto? Era yo’. Fuimos muy amigos durante el tiempo que compartimos el primer piso de Libertad”.

* * *
En su informe, Benítez describe la actividad de los estadounidenses que formaron el primer equipo del PSP, instalado en Uruguay en enero de 1965. Conoció a los consejeros policiales William Cantrell y César Bernal y al jefe de la misión, Adolph Sáenz. El policía tupamaro observaba los privilegios otorgados a estos extranjeros: muy pocos policías uruguayos podían entrar libremente a la Oficina de Asistencia Técnica del PSP instalada en San José y Yi, pero los estadounidenses tenían libre acceso a todas las dependencias policiales. Incluso a Inteligencia y Enlace, que antes de la creación de la DNII centralizaba el trabajo de inteligencia. Además, recibían diariamente los informes de toda la actividad policial.

Poco después de la llegada de Bernal, Benítez advirtió que en el Instituto de Enseñanza Profesional de la calle San Martín comenzaron a impartirse “extraños cursos”. En un nuevo campo de tiro construido al efecto, se entrenaba a policías y cadetes militares en “tiro defensivo” contra siluetas: debían descargar las seis balas dentro del círculo, como para matar al enemigo. También practicaban con escopeta de perdigones, el arma que causaría tantos muertos y heridos durante la represión de 1968. Hasta entonces, se les había enseñado que antes de disparar el policía debía esperar a que el criminal lo hiciera primero, o disparar al aire, porque su función no era represiva sino preventiva. Pero los nuevos cursos de “tácticas defensivas” dirigidos por los estadounidenses enseñaban directamente a matar. Sáenz, Bernal y Cantrell tenían como objetivo en 1966 crear poderosos cuerpos de Policía que combatieran la prevista insurgencia de masas. Se proponían consolidar una milicia metropolitana de alrededor de mil hombres, con una estructura similar a los Texas Rangers, entrenada para disolver manifestaciones, atacar y dispersar cualquier tipo de concentración. Para ello fortalecieron a la Guardia Metropolitana. Al mismo tiempo, se proponían formar un centro de inteligencia cuyos funcionarios recibieran instrucción especial en espionaje, obtención de información y operaciones “especiales”: asesinatos y acciones de sabotaje.

“Al constituirse la DNII entre 1967 y 1968 –proseguía el “Informe Benítez”–, Cantrell instrumentó cursos en inteligencia y contrainteligencia, obtención de información y operaciones especiales. El consejero policial suministraba recursos económicos para el pago de informantes, en especial del Partido Comunista, cuyos dirigentes eran atentamente estudiados y vigilados. Cantrell se distinguía entre sus camaradas por el conocimiento preciso de los problemas de Uruguay. Siempre lo acompañaba un funcionario policial, Nelson Bardesio, que también trabajaba como su chofer.” Afirma Benítez que Bardesio era un “agente confidencial” de la embajada de Estados Unidos.

Antes de la llegada de Mitrione los consejeros de Seguridad Pública se rodearon de un grupo de fieles colaboradores: José Pedro Macchi, Juan María Lucas, Juan Carlos Lemos Silveira, Raúl La Paz, Antonio Pírez Castagnet, Pablo Fontana, Guillermo Arévalo y Nelson Bardesio. Casi todos fueron enviados a la IPA y otras escuelas de Washington. Las becas que otorgaban los consejeros a superiores y subalternos para recibir cursos en Estados Unidos eran un premio muy ambicionado: representaban la posibilidad de capacitarse y al mismo tiempo de pasar unas “lindas vacaciones”; transformándose, al regreso, en “agentes confidenciales de la camarilla del FBI”.

Hasta 1969 los instructores estadounidenses concentraron sus esfuerzos en las actividades de inteligencia y vigilancia de los sindicatos y sus dirigentes. Se había creado una escuela para “líderes de sindicatos rompehuelgas”. En la Policía orientaban cursos de estudio de los factores económicos que podían provocar huelgas masivas, a fin de prevenirlas y enfrentarlas adecuadamente. También diseñaron cursos de “guerra psicológica” para oficiales de la DNII y de las unidades militarizadas. “Detrás de la cobertura de la Oficina de Asistencia Técnica –observaba Benítez– se podía sentir la implacable garra de la CIA y el FBI.”

* * *
Con la llegada de Mitrione en julio de 1969 los cambios en la Policía se hicieron rápidamente visibles. El nuevo jefe de la División de Seguridad Pública conocía al comisario Lucas porque había sido su profesor en la IPA. En Uruguay se volvieron grandes amigos. Ambos imprimieron un giro sustancial a los interrogatorios de presos políticos. “Ahora –dijo Lucas al enterarse de la designación de Mitrione para reemplazar a Sáenz– tendremos a alguien que nos apoyará en nuestras actividades.”

Como resultado del trabajo de Mitrione, los interrogatorios a los detenidos comenzaron a realizarse en forma “más tecnificada”. Se modernizaron los procedimientos de inteligencia, se destinó más equipamiento a las actividades de espionaje y cobró nuevo impulso la lucha contra el “comunismo internacional”. Un número mayor de policías fue becado a Estados Unidos para recibir cursos especiales y se intensificó la tortura a los prisioneros políticos, aplicada desde entonces en forma generalizada, desde las inyecciones de pentotal hasta el ultraje moral y físico. “Cantrell utilizaba el espionaje, sobornaba, y se aseguraba –al menos como fachada– de que no se empleara la tortura. Mitrione era el tipo de hombre que adopta de inmediato la línea dura.”

También echó a andar una nueva estrategia para contrarrestar la agitación estudiantil en Secundaria. Como primer paso, la DNII debía obtener informaciones detalladas sobre los dirigentes estudiantiles, creando una red de espías en los liceos, preparatorios y utu. Aportarían información calificada que permitiría planificar acciones incisivas. El comisario Lucas fue encargado de crear y gestionar la red. Se organizaron reuniones con personas de ultraderecha y comenzaron a distribuirse en la ciudad panfletos “fascistas”, se apalearon jóvenes de izquierda y se lanzaron campañas periodísticas en las que se denigraba la lucha estudiantil. Observa Benítez que de estas iniciativas y reuniones nació, después de la muerte de Mitrione, la organización juvenil de extrema derecha Juventud Uruguaya de Pie (JUP).

Mitrione hizo colocar cámaras fotográficas ocultas en el aeropuerto de Carrasco y el puerto de Montevideo para fotografiar los pasaportes de los viajeros a países socialistas. Introdujo un nuevo tipo de cámara cuya película no debía ser sustituida con frecuencia. Dedicó una atención especial a la Guardia Metropolitana. Impulsó el reclutamiento de personal para aumentar sus efectivos, hizo llegar nuevas partidas de gases lacrimógenos y armas de mayor calibre, más apropiadas para entablar combate con brigadas militares que para disolver grupos de manifestantes. La Oficina de Seguridad Pública (OPS), que dirigía en Washington el PSP, envió a su pedido pistolas y revólveres 9 milímetros, metralletas calibre 45 y ametralladoras calibre 30.

Ordenó incautar las publicaciones que llegaban por correo de los países socialistas. Era inadmisible, decía, que se utilizaran los servicios del Estado para introducir “toneladas de material subversivo”. Con la complicidad del jefe de la oficina central de Correos, las bolsas con material sospechoso eran enviadas semanalmente a la DNII. El oficial de Inteligencia Raúl La Paz supervisaba la requisa. Sus subordinados revisaban cuidadosamente el contenido de la correspondencia y evaluaban la importancia del material impreso. Registraban a los destinatarios e investigaban si ya poseían un expediente en el fichero de Inteligencia. De lo contrario les iniciaban uno nuevo, que conservaba el Departamento 3 de la DNII. Era habitual observar en la vereda de 18 de Julio y Paullier a numerosos camiones en fila descargando bolsas de correo.

Con Mitrione los cursos de entrenamiento policial realizados en el Interior cobraron nuevo impulso. Antes de su llegada, señalaba Benítez, versaban sobre actividades policiales tradicionales: inteligencia, contrainteligencia, lucha contra el “comunismo internacional”, el “problema creado por los sindicatos” y el entrenamiento “defensivo”. Mitrione eligió instructores más calificados, entre ellos al oficial Juan Carlos Lemos, y creó nuevas asignaturas, como reclutamiento y manejo de informantes y tipos de interrogatorio “a diferentes niveles”. También puso en marcha una selección para enviar a Estados Unidos a los policías que recibirían los cursos tic. Su propósito era elegir personas del Interior del país.

Disponía de abundantes recursos financieros y los distribuía generosamente. Durante su gestión, “los fascistas, traidores y vagos tenían los bolsillos llenos. Lucas, su lugarteniente, también sacó, ocultamente, ventajas de la situación. Cantrell no era así, era lo opuesto. Entregar dinero a informantes era un asunto delicado y se debía estar muy en contacto con la situación”.

Mitrione no se cansaba de repetir en los ambientes policiales que una fuerza policial poderosa era un escudo del país contra el comunismo. La Policía constituía su primera línea de defensa. Si en el futuro, pese a todo, el “poder comunista” lograba debilitar esa primera línea, sería necesario poner en acción la segunda: las fuerzas combinadas de Policía y Ejército. Si se comprobaba que también este recurso resultaba insuficiente, las Fuerzas Armadas debían poner manos a la obra. En la Jefatura de Policía se comentaba que Cantrell era un técnico y Mitrione un hombre de acción.

El instructor estadounidense atendía en el primer piso de San José y Yi, al lado de la Oficina de Guardia de la Dirección de Investigaciones. Pero Mitrione no iba frecuentemente a Jefatura. Lo hacía para supervisar algún trabajo especial o los problemas relacionados con los oficiales becados a Estados Unidos. Despachaba sus asuntos y recibía a los policías uruguayos en la embajada. Su oficina estaba situada en uno de los pisos altos. Sentado frente a su escritorio, daba la espalda a grandes ventanales visibles desde la calle. Un policía uruguayo le hizo notar lo peligroso de su posición. “No te preocupes, estas ventanas pueden parar una bala calibre 45”, le respondió Mitrione, en su español coloreado por el acento portugués.

* * *
El “Informe Benítez” revela la responsabilidad de Mitrione en el incremento de las torturas policiales. “Nunca nadie lo ha visto torturar a un prisionero por sí mismo. Pero ha dirigido ciertos interrogatorios. Aconsejaba averiguar todo sobre el prisionero antes de interrogarlo, sus posibles debilidades y vicios, para facilitar el trabajo de ‘quebrarlo’.”

Los policías de Inteligencia narraban en Jefatura un episodio que lo caracterizaba. Cierto día vio llegar a un dirigente del sindicato bancario, arrestado en el transcurso de una huelga. Observó en silencio la actitud arrogante que mantenía frente a “la gente común del departamento”. Entonces sugirió el método que debían aplicar sus carceleros para hacerle perder la calma y doblegarlo. Debían desnudarlo y forzarlo a mantenerse de pie contra una pared. De a ratos, un policía joven se le pondría detrás para burlarse y humillarlo. Luego se lo mantendría encerrado en una celda sin comer ni beber. A los tres días se le pasaría debajo de la puerta un recipiente con algo de agua mezclada con orina.

“Hasta la llegada de Mitrione, observa Benítez, la Policía torturaba a los prisioneros con agujas eléctricas muy rudimentarias que se traían de Argentina.” Mitrione hizo llegar por valija diplomática otras agujas eléctricas “muy modernas”, con alambres de diferentes grosores. Algunas eran tan finas que podían ser insertadas entre los dientes. El hombre de confianza de la embajada de Estados Unidos, Nelson Bardesio, las recogió en el aeropuerto de Carrasco.

Langguth pudo determinar el origen de los instrumentos aportados por Mitrione para las picanas eléctricas. Provenían de la Technical Service Division (TSD) de la CIA. La TSD tenía dos oficinas de apoyo en América Latina. Una de ellas, en Panamá, proporcionaba gases lacrimógenos, armas y equipos antidisturbios a policías y militares latinoamericanos. Los destinados a Montevideo eran transportados habitualmente en aviones militares, que traían alimentos típicos de su país para los funcionarios de la embajada. Observa Langguth que durante el gobierno de Pacheco la Guardia Metropolitana hacía un uso dispendioso de gases lacrimógenos suministrados por Estados Unidos. “Sus jefes importunaban constantemente a sus contactos estadounidenses para obtener más suministros de Panamá.” La segunda oficina de apoyo de la TSD se hallaba en Buenos Aires. Envió a Uruguay las agujas y generadores eléctricos empleados por la Policía en la tortura. “También provinieron de la oficina bonaerense de la TSD –señala Langguth– las partidas de explosivos utilizados en Uruguay por el escuadrón de la muerte, como la gelinita traída por Bardesio de Buenos Aires.” Aunque en sus declaraciones al mln, en la Cárcel del Pueblo, Bardesio dijo haberla obtenido de un jerarca de la Secretaría de Información del Estado (SIDE) –el capitán Nieto Moreno– a pedido del subsecretario de Interior uruguayo Carlos Pirán. Por cierto, la SIDE y la CIA mantenían en Argentina una íntima relación, análoga a la simbiosis de la CIA y la DNII en Uruguay. William Cantrell, por lo pronto, era un destacado funcionario de la Agencia Central de Inteligencia.

El oficio de profeta es el oficio del poeta. dijo...

10 de septiembre del 2002


Ha muerto Antonio Mas Mas


De pie: ha caído un combatiente
Carlos Revello
Rodelú

Golpea, la noticia, que nos llega en una carta. Mas Mas, el "gallego", ya no está más entre nosotros. Su corazón no aguantó los medicamentos.

Habría que escribir con letras de poema "avisa a todos los compañeros, pronto, avisa a todos los compañeros".

Fue, Mas Mas, mano humilde del pueblo, profeta armado, ajusticiador de torturadores. Fue de los que tomó sobre sí la responsabilidad de hacer justicia -aquí y ahora- contra los mandones y los cobardes de la prepotencia. Golpeó con mano firme que le daba su conciencia. Al verdugo Morán Charquero y al verdugo Dan Mitrione. No fue tarea escasa. Cuántos Mas Mas nos faltan para hacer justicia con los Pinochet, con los Videla, con los Gavazzo!!!

No saben las nuevas generaciones acostumbradas a oír las protestas de las Madres de Plaza de Mayo y las reclamaciones de justicia que los gobiernos desoyen, que al lado de los gemidos de las víctimas, de los que eran torturados y muertos de la manera más cruel e inhumana había hombres y mujeres dispuestos a devolver golpe por golpe. Fue por la acción de esos hombres y mujeres que en las cuevas donde las bestias daban rienda suelta a sus sadismos, también los rodeaba el temor. Torturaban a combatientes inermes, cuando estaban heridos, maniatados y además los habían cegado con la capucha. De las "leyes de la guerra", de las Convenciones, se habían olvidado. "Estaban" –lo dice el antiguo canciller Blanco- "en la Tercera Guerra Mundial". No sabe el antiguo canciller –uno de los tantos voceros de la sinrazón, hay otros- que justifica lo injustificable. Que los que les daban la orden los catalogaban de paranoicos a los que había que convencer que "una tercera gran guerra no es deseable".

Pero en el caso uruguayo, el ajusticiamiento de Dan Mitrione, destapó la punta de quién es el real instigador de la tortura en América Latina. Quien envía sus expertos del terror científico, quien recorre todas las capitales al Sur del Rio Bravo, entrenando oficiales del Ejercito, de la Inteligencia y de los Servicios policiales, en el arte de cómo despanzurrar otros seres humanos.

Los envía el Imperio. Dan Mitrione con carnet del FBI –y aquí cada detalle cuenta- porque, para comenzar el FBI es supuestamente una agencia interior norteamericana, no es la CIA, pero tiene agentes especializados en obtener confesiones bajo tortura. Dan Mitrione cuando llegó a Uruguay había hecho ya un largo periplo latinoamericano. Había estado en Brasil, antes aún, había estado en América Central. En todos lados este "consejero" había dado sus clases de tortura.

En Uruguay, las "clases" se iniciaron secuestrando desocupados sin parientes que los pudieran reclamar. A esos "bichicomes" totalmente inocentes, indefensos, los utilizaban de "conejillos de Indias" los torturaban y los mataban después. Fueron hombres y mujeres, atención. También, posteriormente los "desaparecían".

Todo esto se hizo antes de la "ofensiva militar" decretada después del 14 de Abril. De esto participaron padres de familia y respetables, oficiales del Ejército uruguayo que no eran ignorantes, que dicen –cuando les conviene- que tienen sentimientos de "honor" , que son inclusive "cristianos". A ninguno se le ocurrió elevar su denuncia, presentar la baja, denunciar ante el superior lo que estaba sucediendo. Y las clases se daban con dineros del pueblo uruguayo, en locales alquilados por el Ministerio del Interior, con la anuencia de ministros como cierto "de Cultura", Acosta y Lara que tambien era miembro integrante del "Escuadrón de la Muerte" y por ello, también lo alcanzó la justicia sumaria del pueblo.

Escribían en documento que después decidieron "que la izquierda conociera", ciertos pomposamente autodenomiandos "Tenientes de... Artigas" (límpiénse bien la boca, antes de siquiera mencionarlo!!!) que lo que "hicieron" (y lo aclaran en un numeral) "Lo hicimos con la plena convicción de que, dadas las circunstancias que vivíamos y la información que manejábamos cada uno, estábamos actuando por desinteresados motivos patrióticos" y agregaban como corolario "que todos los que arriesgaron o dieron su vida, sea cual fuere el bando en el cual actuaban, lo hicieron con el más honesto convencimiento personal de que estaban luchando por intereses superiores".

Se olvidan los tenientes de que entre orientales la máxima de "Clemencia para los vencidos" introdujo en los albores de nuestra historia como pueblo libre el sentimiento de elemental respeto a la integridad física de los antagonistas vencidos.

Que el entonces capitán Swayer, en San Ramón, 1969, ya le anunciaba a dos detenidos de entonces (éramos uno de ellos) que ya habían hecho "boletas". (Está además registrado perfectamente bien en el acta parlamentaria que dió origen a la primera Comisión de Tortura en el Uruguay, y fuimos los declarantees).

La historia de como a espaldas de los poderes públicos del estado, en el seno de la democracia liberal representativa, algunos gobernantes dieron rienda suelta a la tortura, a la práctica de ajusticiar vencidos es la historia de porqué hubo en Uruguay una oposición popular armada.

Pero para gloria de los civiles armados, no puede decir ni la burguesía uruguaya, ni los tenientes, que los civiles armados practicaran la tortura contra sus detenidos. Todos aquellos que fueron capturados, inclusive los que en los operativos fueron heridos, fueron atendidos, curados y ninguno de ellos fue jamás torturado. Fue Mas Mas uno de esos humildes soldados que, sin escuela militar, nunca jamás se mancharon las manos en sevicias. Gloria eterna, entre los hombres y mujeres del pueblo humilde y trabajador uruguayo a su nombre!!!

Conocimos a Mas Mas en Punta de Rieles. Nos hicimos aparceros del "trille" y jugábamos al ajedrez. Ayerra, con su sonrisa bondadosa, vigilaba nuestros desprogresos. A veces se dignaba a señalarnos las bestialiades magistrales que cometíamos. El "gallego" y yo nos apresurábamos a intentar corregir las desprolijidades más garrafales.

Después lo volvimos a ver en Estocolmo. Estaba ya enfermo y sabía que sólo la medicina le prolongaba cortos periodos de paz para su mente herida. Sabía que lo suyo, no tenía cura ni remedio. Pero tuvo siempre la mirada alerta, el brillo alegre en los ojos, la memoria impecable. Sin decirlo, estaba pensando "Que me quiten lo bailao".

Era el hombre, el combatiente, el compañero, que en sus ataques de extravío, nunca arrancó para el lado de los compañeros en el Penal de Libertad. Arrancó siempre para el lado de "verdes" de los "escopeteros" para gritarles su legítimo encono y todo el odio que justificadamente les teniamos todos. Eso, lo recuerdan muchos compañeros.

Todos aquellos que en Uruguay han sido torturados, presos, humillados. Todas las mujeres violadas, todas las embarazadas sumergidas en la cloacas con una granada en la vagina para que se infectaran. Todos, los vivos y los muertos, tienen en Mas Mas un vengador justiciero, un espejo de altivez en el cual mirarse, un ejemplo de combatiente a seguir.

Inclinemos nuestras banderas por el hombre y el compañero del pueblo en armas que fue Mas Mas. Y entonemos por él los versos nuestros "No me pregunten quien soy, / ni si mi habian conocido / Los sueños en los que vivo / seguirán aunque no estoy. / ...y sepan "que sólo muero, / si ustedes van "aflojando".

Que en paz descanses, compañero, combatiente, hermano.

carlos.revello@chello.se

El oficio de profeta es el oficio del poeta. dijo...

Enviamos un video Estado de Sitio de Costa Gavras que lo subio claudia_daniela si visitas esta página Dailymotion te vas a dar cuenta que es una buena aportación. y todo porque se murio Chepina y porque Dan Mitrione me torturó pero ya ellos se murieron y tu sigues escribiendo, espero continúes con la complicidad y las caricias de las teclas de la Underwood aunque se ponga celosa la elefantita negra, la kututuy que tiene memoria y facilita muchas cosas. Pero no sabemos como editar Cantos de Selvas y Montes en la voz de Juan Lopez Moctezuma y el Grito del Agua en la voz de René Villanueva.